Pasar más de dos horas en el centro de Barcelona es un infierno… Pero, por suerte, ahora existe Visit, el oasis perfecto en el que descansar y comer.
Para qué vamos a negar la evidencia: ni tú, ni yo ni nadie que conozcamos pasa el día en el centro de Barcelona por gusto. Puede que vayamos de compras. Puede que vayamos por algún compromiso eventista. Puede que vayamos por cuestiones de trabajo. Pero lo que está claro es que el centro de la Ciudad Condal se lo ha currado a base de bien para que sea un lugar del que queramos huir corriendo: no hay espacios amables con los propios barceloneses, está atestado de turistas que no saben dónde van, la música que sale de las tiendas de Pelayo es un horror, las palomas de Plaza Catalunya son insalubres, Las Ramblas te hacen sentir una sardina en una lata… ¿Para qué quedarse en este infierno?
Pero, ojo, porque hay quien se lo está currando a base de bien para crear cuantos más oasis mejor en el centro de Barcelona. Por definición, un oasis es un lugar repleto de vegetación y agua justo en el medio de un inmenso desierto yermo… Y, atendiendo a la descripción del centro de la ciudad justo un párrafo más arriba, sólo como oasis puede definirse un lugar como Visit, que es ni más ni menos que el restaurante del Hotel Pulitzer. Ya sabes: el hotel que se encuentra en el número 8 de esa calle mágica que es Bergara, tramo de unión entre Plaza Catalunya y Pelayo donde, quién sabe por qué, el ratio de turista por metro cuadrado cae en picado.
Aun así, si consideramos el Visit como un oasis, tendrá que ser un oasis como no hay otro igual en el mundo entero. Al fin y al cabo, cuando encuentras un oasis en pleno desierto, ya te das con un canto en los dientes por el mero hecho de tener sombrita, vegatación y agua. No te hacen falta más opciones. Pero es que en el Visit, justo cuando entras, te dan a elegir entre dos formas de vivir este oasis: ¿quieres vivirlo en un invernadero con luz abundante y una calma íntima y acogedora? ¿O prefieres darte el lujazo máximo y comer en una terracita con luz solar directa pero con la calma propia del interior de una isla del Eixample? Tú escoges. Pero no te preocupes, porque ambas opciones son puro winner.
Y en ambos espacios podrás disfrutar, además, de una cocina de mercado que siempre se ajusta a la temporada para ofrecer platos frescos y saludables sin por ello renunciar a los sabores potentes de la cocina autóctona. Imprescindible es probar las dos especialidades de la casa: la hamburguesa Mr. Pulitzer 100% ternera y el rostbeef con parmentier de cebolla tierna y reducción de vino tinto. Pero tampoco hay que dejar escapar otros platos que se ajustan más a cada temporada, como la tosta de sardinas marinadas, los tagliatelle con langostinos y tomate cherry en salsa de cilantro, la merluza al papillote con verduras al vapor o el ceviche nikkei de atún. Por no contar los postres caseros como el sorbete de mandarina y limón, el cheesecake con compota de fresa o el flan de café y espuma de leche merengada.
Todo ello regado con buenos vinos, impecables bebidas y la elaborada carta de cócteles del Hotel Pulitzer… ¿Cuánto pagarías por un oasis como este? Mira, chiqui, la felicidad no tiene precio. Pero es imposible no mencionar aquí y ahora que el Visit tiene un impresionante menú de mediodía por 16,50€ (o una versión exprés por 12€). Pero, oye, mejor ni hablar de precios (por mucho que sean tan asequibles como estos). Repito que no hay precio que valga cuando se trata de encontrar un oasis que haga más llevadero el calvario de pasar el día en el centro de Barcelona. [Más información en la web de Visit]